Sólo la religión es capaz de convertir estúpidos en criminales

El problema de creer que un amigo imaginario todopoderoso es capaz de satisfacer nuestros deseos no lleva más que a la locura y en demasiadas ocasiones al delito.

La lógica religiosa es perversa. Los creyentes asumen (infantil y más que erróneamente) que como son el centro del universo, todo lo que les ocurre tiene una razón y lo que es peor, que sus vicisitudes pueden ser modificadas si realizan las prácticas adecuadas. Y eso en unos seres como los humanos rebosantes de ego puede ser más que peligroso.

Si el que las hemorroides de tu madre, el cáncer de tu hermano, el accidente de tráfico de tu amigo y el resto de desgracias que pueden ocurrir en cualquier momento no son el resultado del simple azar, sino que tienen un significado y lo que es peor, pueden ser alteradas no hay entonces forma humana de que los creyentes no cometan disparates a cada cual más estúpido, peligroso o criminal. 

Y el último ejemplo nos viene de la siempre supersticiosa India. Allí un individuo perdió su teléfono móvil y como no lo encontraba por los medios habituales decidió consultar a un brujo local, el cual vista la dificultad de tamaño desafío (pues encontrar un móvil, que valdrá su buen dinero,  en un país más que superpoblado debe ser tarea titánica) decidió que con un par de rezos o el sacrificio de una cabra no iba a convencer a los entes del más allá para que dedicaran sus supernaturales poderes a la búsqueda. Por ello recomendó la necesidad de realizar una ofrenda de calidad, que de paso asegurara saltarse la interminable lista de espera de esos millones y millones de peticiones que tienen que abrumar a esas siempre tan deseadas deidades indias. Así que dentro de su delirio decidieron secuestrar y después asesinar durante un ritual de magia negra a una pobre niña de 4 años para llamar la atención de Ganesha, Shiva o vete tú a saber cuál de los miles de dioses del panteón hindú. Y este es el resultado de las siempre veneradas creencias, que son capaces de convertir a los más estúpidos miembros de esa tan particular especie de monos cabezones y con poco pelo en terribles criminales.