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No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.


PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.

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19 de agosto de 2016

No hay nada más ignorantemente criminal que un verdadero cristiano



Hay dos tipos de creyentes: los que hipócritamente dicen creer, pero luego en la práctica mantienen un mínimo de cordura para no seguir el dictado de su dios y sus representantes en la Tierra y los verdadero creyentes, esos que confían en que La Biblia es la verdadera palabra de su dios y guía de comportamiento.

Y como no puede ser de otra manera, estos últimos viven en una perpetua sinrazón que les lleva a poner su vida en riesgo como es el caso de los famosos predicadores estadounidenses, delirantes individuos que manosean serpientes venenosas para demostrar el poder de su fe y que en muchos casos les lleva al suicidio más estúpido tal y como comenté en un par de entradas antiguas [1 y 2].

Pero por supuesto los más peligrosos son los que "demuestran" el poder de su dios no sobre sí mismos (total si alguien es tan estúpido para matarse siguiendo las "enseñanzas" de La Biblia allá él, un tonto menos en el mundo) sino sobre su rebaño, esos pobres ignorantes que cuales marionetas quedan al capricho de esos idiotizados pastores.

Y el último ejemplo nos llega desde Sudáfrica tierra abonada al más delirante fanatismo religioso como fue el caso de esos pobres deficientes mentales que comían hierba cual ovejas porque su (nunca mejor dicho) pastor así se lo ordenaba. Pues es esos australes lares otro predicador tuvo la brillante idea de demostrar el poder de su dios con una feligresa. Así, ni corto ni perezoso, el curita obligó a una pobre mujer a tumbarse en el suelo, le colocó un altavoz gigante encima de su pecho y luego se subió encima para "demostrar el poder de dios" durante unos 5 minutos. Cuando el imbécil líder se bajó, la feligresa estaba inconsciente y más tarde falleció a causa de las múltiples lesiones internas que le produjo en los pulmones el peso del criminal predicador.


Ahora sólo falta que la justicia sudafricana aplique la famosa y bíblica Ley del Talión y que condene al estúpido criminal a soportar sobre sus costillas doscientos o trescientos kilos de un bloque de hormigón durante un par de horas, ya que él como pastor seguro que tendrá mucha más fe y mejor capacidad para superar la prueba y así demostrar de una vez por todas, en vivo y en directo el verdadero poder de la fe.

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