Quizás la más triste constante de la Humanidad es que a pesar de los innumerables experimentos realizados, de la inmensidad de estudio concluidos y de las apabullantes pruebas obtenidas a lo largo de este casi medio milenio de investigación científica, muchos ignorantes sin embargo quieren seguir intentando (de la manera más desesperada por cierto) justificar de cualquier modo ese más que ilógico «conocimiento», fruto de la invención por parte de algunas de las mentes más desequilibradas que ha dado esta nuestra tan particular especie de monos bípedos que, aunque presenta un gran cerebro pensante, sigue en demasiadas ocasiones anclada a ese más que oscuro pasado supersticioso e irracional que, aunque parece tener una explicación para todo, sin embargo no sirve nada más que para abandonarse en la fácil, pero más que errónea, conclusión de que toda la realidad ha sido inventada para tranquilidad y solaz de estos pobres monos erguidos que tan prepotentemente nos denominamos sapiens.